Cuándo ir al dentista

¿Cada cuánto tiempo debe revisarme el dentista?

Muchos vecinos de Utrera nos preguntan cada cuánto tiempo deben ir al dentista. Yo recomiendo una visita cada 6 meses. Aunque no se sienta dolor es aconsejable realizarse una revisión de las encías y los dientes.  Este consejo también es válido para las prótesis dentales, ya que pueden producir rozaduras u otras molestias que es imprescindible evaluar.

Se pueden presentar caries sin tener dolor de muelas. Esto es así porque si la caries no ha llegado al nervio dental o está cerca no producirá síntomas. Siempre es mejor solucionar los problemas antes de que se agraven. Así, si se acude con caries pequeñas recién detectadas se puede solucionar realizando obturaciones sencillas y evitando molestias mayores.

También debemos evaluar las encías. No deben estar inflamadas. Hay personas que por las características de su saliva producen mucho tártaro o sarro dental. Debemos hacer limpieza bucodental con ultrasonidos periódicamente para evitar que las encías se inflamen. Mínimo una vez al año.

¿Cuándo se debe llevar un niño al dentista por primera vez?

Los niños disponen de toda su dentadura temporal a los tres años de edad. Es bueno que a esta edad acudan por primera vez a nuestra clínica dental. Aunque no tengan caries se deben ir acostumbrando al dentista. Le enseñaremos la clínica, lo subiremos al sillón dental… y aunque no hagamos nada se irá familiarizando con el entorno. La segunda vez que tenga que venir vendrá más relajado y tranquilo porque ya sabe a dónde va.

Es muy importante revisar la dentadura del niño cada 6 meses. En el niño la caries puede avanzar muy rápidamente. Sus hábitos de higiene no son tan adecuados como los de un adulto. Le enseñaremos cómo cepillarse correctamente para crear un hábito de higiene bucodental correcto.

Además, se debe evaluar la necesidad de ortodoncia en el niño. No olvidemos que podemos corregir los problemas de espacio guiando al hueso mientras el niño esté en crecimiento.  El ortodoncista debe evaluar al niño alrededor de los 6 años de edad.

 

Encías inflamadas

A menudo, nuestros pacientes acuden a la consulta porque se notan las encías inflamadas. Nos cuentan que tienen alguna zona enrojecida, abultada, que con frecuencia sangra y duele.

¿Pero por qué se inflaman las encías?  Nuestra boca está llena de bacterias. Si mantenemos un nivel de higiene adecuado estas bacterias no nos dañan. Si por lo contrario descuidamos nuestro cepillado podremos notar que aparece la indeseable inflamación.

Encías inflamadas = gingivitis

Cuando tenemos las encías inflamadas podemos decir que tenemos gingivitis. Es una enfermedad de las encías. Se produce por acumulación de placa bacteriana. Hay factores como el tabaco, alteraciones hormonales, el embarazo o algunos medicamentos que influyen directamente.  Si se trata adecuadamente podemos hacer que desaparezca. Es reversible. Pero si por el contrario no la tratamos, tenemos altas probabilidades de que la enfermedad siga avanzándo y agravándose hasta derivar en otro tipo de enfermedad de las encías, la periodontitis.

El sangrado es síntoma de enfermedad de las encías. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el tabaco, debido a la acción de la nicotina, produce la contracción de los vasos sanguíneos. Por lo tanto, una persona fumadora puede padecer inflamación de las encías o incluso periodontitis, y no advertirlo si no acude a revisiones en el dentista.

 

encias inflamadas

 

 

Periodontitis

Como ya hemos dicho, la persistencia de una encías inflamadas a lo largo del tiempo puede derivar en una enfermedad más grave: la periodontitis. Esta enfermedad de las encías ya es irreversible. Se puede parar, pero quedarán secuelas. Las encías se retraen y se produce pérdida del hueso que soporta a los dientes.  La periodontitis es también producida por bacterias e influyen varios factores de riesgo como son el tabaco, la diabetes, el estrés o factores genéticos.

Las bacterias producen despegamientos entre las raíces de los dientes y los tejidos que los soportan que se denominan bolsas periodontales. El tratamiento es más complejo, pero con un buen control por parte del dentista se pueden obtener muy buenos resultados.  Si no la tratamos puede tener la grave consecuencia de producirse movilidad e incluso llegar a perder los dientes.

 

periodontitis

 

 

De nuevo, lo más recomendable es la prevención. No esperar a que se agraven los problemas dentales. Al menor signo de inflamación hay que acudir al dentista. Sólo nosotros, como profesionales de la salud bucodental, podemos guiarle en la prevención y control de las enfermedades de las encías.

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¿Mi hijo necesita ortodoncia?

Son muchos los padres que se preguntan si sería necesario que su hijo o hija llevara aparato de ortodoncia o no. Con mucha frecuencia se piensa que hay que esperar a que el niño mude o cambie todos los dientes de leche por definitivos para empezar el tratamiento.  Esto es un grave error que puede tener consecuencias para él o ella.

El crecimiento de los niños se puede aprovechar para corregir problemas de espacio, es decir, si sus dientes ocupan más espacio del hueso disponible podemos generar nuevo hueso o guiar el crecimiento de éste para que los dientes erupcionen correctamente alineados. Esto se consigue mediante la ortodoncia temprana, aproximadamente alrededor de los 6 años de edad.

Si esperamos a que el niño mude sus dientes de leche, estamos perdiendo una magnífica oportunidad. Posteriormente podremos mover los dientes pero  será muy difícil, en algunos casos hasta imposible, cambiar la forma de los huesos maxilar y mandíbula. Los resultados que se obtendrán no serán desde luego los mismos.

Además, existen una serie de hábitos que es necesario corregir cuanto antes. Puesto que si no se corrigen producirán alteraciones en la oclusión y en la forma del hueso que pueden llegar a ser irreversibles.  Veamos cuáles son.

Deglución anómala o atípica. Se trata de la persistencia de la deglución infantil más allá de los 18 meses de edad.  En lugar de apretar la lengua contra el paladar el niño la interpone entre los dientes para deglutir. Se asocia con mordida cruzada y mordida abierta anterior.

Sobremordida tratable con ortodoncia

Respiración bucal. El niño respira por la boca en lugar de por la nariz. Los labios quedan entreabiertos alterando el crecimiento normal de los huesos de la cara. En los casos más graves, la cara puede volverse más larga, el labio superior corto y la base de la nariz elevada. Puede producirse una comprensión del maxialr, causando apiñamiento y protrusión de los incisivos ( los dientes hacia afuera).

 

respiracion bucal

 

 

 

Succión digital o del chupete. Tanto la succión del chupete en niños mayores de dos años como la succión del dedo (con más frecuencia el pulgar) alteran el crecimiento del maxilar y de la mandíbula, pudiendo provocar una mordida abierta.

 

Mordida abierta tratable con ortodoncia

 

 

La corrección temprana de estos hábitos puede evitar el desarrollo de una maloclusión posterior.  Si su hijo presenta alguno de estos hábitos no dude en acudir a nuestra consulta, ya que podemos indicarle la forma de evitarlos. Así mismo,  si su hijo tiene alrededor de seis años, le recomendamos una visita con nuestra ortodoncista para valorar la necesidad de iniciar un tratamiento de ortodoncia temprana.

La crisis nos hace rechinar o apretar los dientes

¡Así es! Cada vez tenemos más estrés. Todo sube: el recibo de la luz, la gasolina, el butano… todo excepto nuestros ingresos. A ello se une el temor a perder el empleo, eso si somos de los afortunados que conservamos el empleo.

Todo ese estrés tiene que tener una vía de escape. Cuando se va acumulando y acumulando nuestro cuerpo también nos pasa factura. No sólo pueden aparecer contracturas en los músculos de la espalda y cuello, nuestra boca también se resiente. Y es que los músculos masticatorios están en constante tensión. Si nos levantamos con dolor en dientes, mandíbula e incluso dolor de cabeza puede que estemos ante un caso de bruxismo.

¿Qué es el bruxismo?

Es el hábito de apretar o rechinar los dientes inconscientemente. Se detecta porque los dientes se desgastan, e incluso puede llegar a «saltar» el esmalte en la zona de los cuellos. Puede producirse tanto por estrés como por maloclusión, es decir, que nuestros dientes no contacten correctamente y el cerebro, de manera inconsciente, intente salvar el contacto anómalo sin lograrlo.

¿Cómo se puede solucionar?

Lo primero sería eliminar la causa del estrés. Esto en la mayoría de los casos es muy difícil, pero sí que podemos aprender a canalizarlo con técnicas de relajación. Aquí entraríamos en el campo de la psicología.

En segundo lugar, si se tratara de una maloclusión, podría corregirse bien con Ortodoncia o bien con un ajuste oclusal. La Ortodoncia consiste en el movimiento controlado de los dientes para llevarlos a su posición correcta. Se realiza mediante brackets y es necesario realizar un buen estudio previo.  El ajuste oclusal consiste en buscar aquellos puntos donde existen contactos incorrectos, eliminarlos, y facilitar el correcto encaje entre los dientes superiores e inferiores.

En tercer lugar, podemos utilizar una férula oclusal.  Es un dispositivo de resina hecho a medida, normalmente encajado en la arcada dentaria superior, que ofrece una superficie plana a los dientes antagonistas. Se trata de conseguir el máximo número de contactos de los dientes inferiores con esta superficie, de manera que la fuerza que hacemos al apretar se reparta entre todos los dientes y no sobrecargue algunos puntos.

 

Férula de descarga

 

¡¡Sin duda, la mejor solución sería unas buenas vacaciones y fuera estrés!!

Tumbonas en la playa

Comunicación paciente – dentista

¿Por qué es importante la comunicación? El miedo es temor a lo desconocido. Si sabes qué es lo que te ocurre, cómo se soluciona y qué es lo que te vas a encontrar, es más fácil que ese temor se disipe. De la comunicación surge la confianza, y si hay confianza es mucho más fácil conseguir un estado de relajación.A nadie le gusta el dentista. Esto es así. Es una situación desagradable. No se puede ver lo que te están haciendo, te sientes inmovilizado… puedes llegar a pensar que has perdido el control sobre la situación.
Por eso vuelvo a insistir: comunicación.

Hay que explicar al paciente absolutamente todo lo que vamos a hacer, aún más si es un niño, con un tono de voz suave. El paciente debe tener siempre el control. Si levanta la mano porque quiere parar, el dentista debe parar y preguntarle qué le ocurre. Si no lo hace, se romperá la relación de confianza.

Nunca mentir u ocultar la realidad. Explicar qué se espera del tratamiento, cómo creemos que va a responder, anticiparnos a los posibles resultados y despejar todas las dudas. Sólo así conseguiremos que el paciente confíe en nuestras manos.